La noche se iba acercando y Marina acostumbraba a cerrar
todos los ventanales y poner llave en los pórticos. Como todas las noches se
acercó a las ventanas y se puso a ver que todo esté cerrado, de repente vio una
sombra que paso muy rápidamente y ella dice: -¿Alejandro sos vos?- y nadie le
respondía, entonces sintió un escalofrío que le recorrió por toda la espalda,
pero ella era una mujer muy fuerte y siguió hacia la otra ventana, pero le
quedó en la cabeza la sombra que había visto pasar. Terminó de cerrar todo y
camino hacia la cocina, apagó la luz y se dirigió hacia las escaleras donde
estaban los dormitorios de los chicos. A la mañana siguiente levantó a los
niños, preparó el desayuno, le acomodo la corbata a su esposo y los despidió.
Ella tenía que pasar por la tintorería y comprar unos víveres para la cena. Era
viernes, siempre se juntaban dos parejas de amigos que dividían los viernes en
casas distintas. Tras un arduo día llego la noche, ya tenía la mesa puesta y la
chica que la ayudaba había dejado todo limpio y algunos detalles hasta que
Marina se cambiara de ropa. Los chicos dormían en lo de su abuela… Llegaron las
visitas, cenaron, charlaron de distintos temas y cuando una de las amigas,
Elena, le dice: -Ya vuelvo, paso al baño- -Si, pasa tranquila- le respondió
Marina. La charla siguió, pero Marina se preocupó al ver que tardaba tanto. La
miro a Lucía y decidieron subir a ver qué pasaba, golpearon en el baño,
insistieron y no pasaba nada, entonces ya muy preocupada abrió la puerta y dio
un grito que estremeció toda la casa. Lucía la sostuvo, era Elena yacía colgada
de una soga y otra vez vio la sombra que cruzó, pero Lucía no había visto nada.
En un momento todos subieron y dijo el esposo de Marina: -No toquen nada-, y
llamo a la policía, denunciando lo que había pasado. El esposo de Elena estaba
shockeado, no podía recuperarse. Se llevaron el cuerpo después de muchas
preguntas y de sacar huellas. Al otro día lo ocurrido fue el comentario de todo
el barrio, nadie lo podía creer. Marina despertó y quería que todo esto fuera
un mal sueño, bajo a tomar un café, los niños se habían quedado en casa de su
abuela y el silencio de la casa la apabullaba. Cuando de pronto, levanta su
mirada y ve pasar a la sombra, entonces la sigue y se dijo a si misma: -Loca no
estoy- y siguió hasta el living. Logra ver a la sombra y ésta la mira casi de
costado y se pierde en la pared, ella temblando sale corriendo de la casa y la
busca a Lucía, que era su amiga más fiel, y le cuenta lo sucedido, entonces
Lucía le dice: -¿Estás segura?- -Si te digo que se perdió por la pared, ¿Me
crees? Loca no estoy- Lucía le contesta: -¡No amiga!, vamos a tu casa a
investigar.- Llegaron con mucho miedo y pasaron al living, se acercaron a la
pared y había una gran mancha, como la silueta de una persona. Marina dice:
-¡Mirá, tocá la pared!-, cuando de pronto ante sus ojos, la sombra toma a
Marina y se pierde en la pared, Lucía atónita quedo paralizada, pasaron horas
hasta que llegó el marido de Marina y Lucía seguía en el mismo lugar. Alejandro
le gritaba: -¡Lucía!, ¿Qué pasó?- pero ella no respondía, -¿Dónde está mi
esposa?- Lucía seguía sin contestar y Alejandro la toma del brazo y ve que
estaba dura, pálida, sin poder hablar. Llamó al médico y la internaron, pero
Lucía no se recuperaba, tan sólo balbuceaba: -Se la llevó por la pared…- Tras
pasar un tiempo Marina jamás apareció, Lucía quedo internada en un lugar de
recuperación mental y su familia se mudó del barrio. La casa de Marina fue
puesta en venta pero nadie quería comprarla, porque según los vecinos, decían
que en la pared quedó la mancha de una mujer como pidiendo a gritos: ¡Por
favor, ayúdenme!
Alasblancas