Te despertás y solo hay letras de agresiones.
Se perdieron los poemas,
el amor, el café, el saludo,
el piropo dulce,
el corazón,
la amistad,
el respeto.
Te sentás, mirás a tu alrededor
y te preguntás de todo…
Entonces, el perfume del café
invade la casa,
y saludás al perro de tu hija,
ese buen compañero
que te responde con su miradita
y la cola moviendo.
La vida se vive cada día.
Cuando alguien te dijo
que tenías una enfermedad grave
y la esquivaste con un dos por dos,
cuando fuiste feliz criando cinco hijos sola,
cuando tuviste un hombre respetuoso,
amoroso y luchador
que la vida te llevó tan temprano…
Entonces entendés
que la vida sigue.
Y que defender los derechos con la pluma
no es ser de derecha ni de izquierda:
es tener claridad y coraje
en un mundo que se está terminando.
Alasblancas

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